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Por amor a su trabajo…!
Crecí viendo a mi padre trabajando y cuidando los pollos en una granja en Herrera. La granja de Don Alfredo era muy conocida en toda la zona. El cuidado de los “pollos gringos” es bien delicado. Desde su nacimiento hasta que están listos para “ser consumidos”, se les tiene una excesiva vigilancia.
Recuerdo cuando tenía que vacunar en una nave hasta 25 mil pollitos “amarillos” debajo de sus alitas. Igualmente esta marcado en mi memoria, la cantidad de camiones que llegaban hasta la granja “buscando pollos”. Había temporadas de escasez y las filas eran interminables.
Luego de un tiempo Don Alfredo enfermo y “Naldo”-como le decía a mi padre-quedo sin trabajo. Un señor apellido Espinal-ahora no recuerdo su nombre-aporto un pequeño capital para trabajar y teníamos que buscar los pollos. A mi papa, no le gustaba que fuera a esos viajes; pero como los disfrutaba. Los ayudantes tenían que viajar en la parte trasera y se dormían como los de la imagen.