Teatro Dominicano
«Grease»: el gran musical de este 2023
El gran género musical teatral en este 2023, por su complejidad, su concepto, su manejo de talentos, su gestión artística y tecnológica de la luz para para fines escenográfico, el cuidado de su reconstrucción de época, (vestuario, peinados) su paleta musical de Grease ha ratificado; pero en un nivel mucho más exigente, el dominio técnico y artístico del género teatral, la gestión del concepto adaptado que demanda mayor esfuerzo, preparación logística, de notables objetivos técnicos, de su sentido de respetar la historia original, de reproducción fiel, de época.
El montaje logra eso y aporta el sello de la creatividad local en función tanto de los talentos actuantes como de sus elementos que sustentan técnicamente lo presentado:
-Universo de sonido
-Escenografía digital
-Sus efectos especiales
-Utilería que establece precedentes
-Carisma personal de los intérpretes
Grease nos recupera por la fortaleza de la música en vivo, desde la batuta de Sánchez, nitidez de sonido que se mantuvo sin fallos en toda la presentación, el balance de las voces de los solistas, el increíble ritmo y dinamismo de las coreografías, de pasos gráciles, oportunos y penetrantes a la mirada del espectador, el respeto por la historia general (que fue variada por la conocida versión de cine (Vaselina, 1978, Randan Kleiser).
Actuaciones y dirección
La visión general del trabajo la imprime Sánchez, quien se asegura de contar con un equipo especializado en coordinación de voces, dirección teatral, coreografía. La entrega histriónica de los protagonistas se agradece por la carga de gracia, acierto, sincronización en sus canciones, solos y coreografías: Javier Grullón, Tenchy Fatule, Gabriela Gómez, JJ Sánchez, Karla Fatule, Juan Luis Espinal, Luis Armando, Sofía Reyes, Máximo Martínez (espectacular con sus dos breves actuaciones), Roger Manzano, Francesca Yarull, la intervención cargadas de gracia y acierto escénico de la maestra María Castillo (con foto que no le hace justicia), Kenny Grullón, la relativamente facilista participación de Juan Carlos Pichardo, Juanma García (sorprendente) y María del Mar.
El rol de la dirección teatral, a cargo de una Indiana Brito que no se agota en su capacidad de sorprendernos, es en este proyecto mayor, admirable: sabe manejar sus recursos, apunta el movimiento escénico oportuno, aun cuando debió controlar algunas (no muchas y controlables) sobreactuaciones
Técnica audiovisual, utilerías y efectos
Grease, en el plano técnico, está basado en un manejo de luz, en un universo de iluminación y sombras que bien merece el estudio de los que se dedican a al montaje escénico de alto formato.
Era un desafío enorme, asumir una versión local de un espectáculo que expone tantos ambientes (el escolar en sus diversos aspectos, guardadores de útiles, oficinas, salas, cancha, además del ambiente de playa, el nocturno de las casas, y en especial, la carrera de vehículos, la cuidada utilería de apoyo, además de su dirección de arte, la reproducción de la época (vestuario, peinados, accesorios), se pueden dar como una prueba altamente superada.
Paola González fue responsable y atenta al proceso de conducir, afinar y adecuar las voces a las canciones interpretadas y sale con el orgullo de haberlo hecho con criterio. Estuvo en los controles en la parte final de la platea, supervisando cada detalle de acuerdo a su plan de desarrollo vocal.
Yeimy Diaz, en tanto escenógrafo, en coordinación con la dirección teatral de Brito, vuelve a sorprendernos al apuntar uno de los aspectos mejor manejados es la gestión del espacio escénico, aprovechado con inteligencia, extendiendo los parámetros formales para entrar en el juego de la imaginación rompiendo las referencias limitadas del ámbito.
Las oportunidades en que se rompe la lógica del espacio, se logra llevar la gente a la percepción de ámbitos nuevos. Apuntar el valor del aporte de Camilo Landestoy, codirector y regiduría, que muchas veces opera bajo una presión incluso superior a la de otros roles ejecutivos.
Pablo Pérez, coreógrafo de amplia experiencia y sentido de lo que tiene entre manos, aporta uno de sus mejores proyectos danzarios al imprimir fuerza, colorido, precisión y sentido contagioso y preciso de sus bailarines.
El tratado es un proyecto logísticamente caro, carísimo, por lo que ha sido fundamental el apoyo de empresas públicas, privadas e instituciones que dieron el respaldo tratando de cubrir las demandas de recursos para una aventura logística de este nivel. Un proyecto de este nivel, no llega a escena sin ayuda especial desde ejecutivos sensibles al tema de cultural y sus necesidades.
Para el caso, el patrocinio principal parece estar compartido entre Banreservas e Industrias San Miguel (Kola Real y otras marcas), además del copatrocinio de otras empresas que gustosamente dijeron “sí” a la propuesta: Taco Bell, Pizarelly, So Danca, Rico, Drink Hunters, Importadora JJ, Milex, Coimtra y La Coqueta.
El programa de mano, a nuestro gusto, lo encontramos pequeño e ilegible en partes en que los textos pequeños sobre fondos negros, tornan incómoda y casi imposible la lectura. El tamaño debió ser el doble del editado.