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Un emotivo concierto «se le escapó a los medios»: Vidas Paralelas
A las 9:40 P.M., la noche es joven, sobre todo si se espera en paz una cita promisoria de luz, poesía, ritmo y voces que llegan al alma y en el eje de todo, la figura de una mujer del Caribe que desde temprano definió que la comunicación de emociones, mediante la música, era su destino: Liuba María Hevia.
Entra y se instala el taburete. Tras de sí, una pantalla prometía un recorrido audiovisual quien sabe por cuales mundos. El murmullo que lo arropaba todo hasta hace un momento, cede el paso a un silencio respetuoso y de espera comprometida. Un silencio noble.
“No sé, pero siento que estoy en La Habana”, dice la artista como frase de entrada, sintiendo el afecto cómplice de quienes acudieron a la entrega de «Vidas Paralelas«, el disco de duetos que incluye destacadas voces de la balada.
El concierto fue la presentación del disco de Liuba María Hevia para Santo Domingo, no fue tal. Sentirlo como compendio de canciones en vivo por el cual se paga una entrada, sería reducirlo a lo aparente.
Fue un viaje que cruzaba por amores y tiempos, por poesía penetrante y voces que enriquecen el sentir del Caribe, tal cual era el deseo de la mujer cubana que, feliz, entregó un evento de dos horas y algo, que se antoja inolvidable…e impecable.
Todo un encuentro en el que talentos y notas revivieron obras y figuras, recuerdos y memorias del alma, con Sonia Silvestre en la punta de la lengua, homenajeando el infinito amor por el cual cantó a todos y a todo, la vocalista de Hato Mayor.
Tiempo de iniciar: Freddy Ginebra, el infaltable, ofreció con ese humor tan natural y tan propio un saludo a quienes llegaron a escucharla.
De Liuba, dijo que era un poema hecho mujer, que se nutre y en forma de homenaje nos presenta una maravillosa selección de temas transcendentales a lo largo de su carrera artística.
El duende mayor de Casa de Teatro, el mismo que fue anfitrión del primer concierto de Silvio Rodríguez y Noel Nicola en República Dominicana, dijo que Hevia era además “un ángel que nació en la Habana”, nos une a todos los que baña el Mar Caribe. Y dicho esto, sale. No era necesario que permaneciera un segundo más en escenario.
Era el concierto para bautizar en tierra dominicana, un disco que se transforma en meta de vida, por lo complejo de grabar y la estatura artística de sus participantes.
El concierto
Los momentos del proceso estético, mejor forma de llamar a lo que aconteció, se inicia cuando la cantante y compositora, saluda y llama a Víctor Víctor ´para hacer a dúo un éxito que nunca deja de enternecer por ritmo y melancolía: Mesita de noche. Con Carlos Luis, cubano y dominicano, canta «Pudo Ser… e Ilumíname. Ella hace la introducción sobre su producción de tangos: Cambalache.
«Mucha gratitud, es una bendición dedicarme a lo que amo” dice emocionada. Y la gente le retribuye en un aplauso total.
Sigue con Amaranta Venezuela con quien canta “Mi abuelo”-
Relata que en el 2002 conoció a su hermano y trovador José Antonio Rodríguez, a quien llama para cantar Mi tierra, subiendo intensidad para lo que sigue: Habanamé y Luna del 64, que hace a dúo con un impresionante y generoso Carlos Valera, que vino desde Cuba sólo para hacer esas piezas.
Se toma un tiempo para hacer justicia a quienes sirven la plataforma de la música y presenta la orquesta:
Carolina Rodríguez, Chelista; Alejandro Falcón, Piano; Pedro Enrique, Guitarrista; Arnulfo Guerra, Bajo;
Feliz García, percusionista y las voces de Laura Sánchez y Alba Pérez.
Sigue la tierna canción infantil El despertar (infantil) a dúo con Varela, para pasar luego a cantar con Maridalia Hernández “Pasaba un ángel”. Explica que era un homenaje a Sonia, que representó un pacto de amor con esta isla hermana. Fue el gran homenaje a la Silvestre, con la proyección de imágenes de su vida y talento.
Llegando al final, entra Pavel Núñez, recortado con nueva imagen y hacen ambos Yo me desangro y Vidas paralelas con Pavel y antes de la salida falsa, deja sentir su versión de Te doy una canción, en homenaje a Silvio Rodríguez. Sale y los aplausos, como un ritual necesario, la hacen regresar. Al final “Si me falta tu sonrisa” con José Antonio Rodríguez.
Una pantalla en el fondo del escenario se proyectaban imágenes acordes con las canciones.
El concierto completo fue una especie de gratitud a la vida y al poder dedicarse a lo que se ama, a todas las personas y artistas que la han ayudado, enseñado o servido de mentores.
Repertorio
- Mesita de noche. Con Víctor Víctor.
- «Pudo ser”. Carlos Luis
- “Ilumíname” a dúo con Carlos Luis
- Sola Cambalache, de Enrique Santos Discépolo
- Amaranta, con el instrumento cuatro venezolano
- “Mi abuelo” a dúo con Amaranta
- “Mi tierra” a dúo con José Antonio Rodríguez
- “Habáname” con Carlos Valera
- “Luna del 64” con Carlos Valera
- “El despertar”, con Varela
- «Algo me está arrimando al cielo»
- “Pasaba un ángel”, dúo Maridalia.
- “Ausencia”, dúo Maridalia
- “Yo me desangro”, con Pavel
- “Vidas paralelas” con Pavel
- Sola “Te doy una canción”, homenaje a Silvio
- “Si me falta tu sonrisa” con José Antonio Rodríguez
Al final, un público agradecido y una cantante que no cabía en sí misma. El arte había hecho su trabajo y había dejado en firme, ese lazo invisible que se establece cuando las almas sincronizan sus tonos y ya puede pasar lo que sea. Lo que sea.