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Despedida a Hilda Celeste Galván la «Pastora de los Presos»
Esta semana falleció la pastora pentecostal Hilda Celeste Galván Susaña, quien evangelizó en las cárceles -en especial en Penitenciaria Nacional de la Victoria- durante más de 20 años, además de llevó la palabra del Señor a comunidades en Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Colombia y Corea del Sur.
Nacida en 1945 en San Juan de la Maguana, formó parte de una familia muy destacada por la vía de la ciencia, la docencia, lo cristiano y lo académico. Sucumbió ante el avance de una afección cancerosa.
En febrero pasado, decenas internos de la Penitenciaria Nacional de La Victoria, incluyendo privados de libertad por robo, asesinatos y otras ofensas graves y menores, para entregare una placa por haber fundado en ese recinto el Ministerio Pan de Vida con el cual logró hizo que se convirtieran cerca de 500 reclusos, que orientaron su vida al Dios de los Cielos.
Hilda Celeste era hija de Amado Galván e Hilaria Susaña. Se unió en matrimonio con Cándido Abreu Alcántara, y con quien procreó a sus hijos Cándida, Manuel, Josefina y Oscar. Estableció la primera farmacia en el municipio de Sabana Yegua, que la asumió como un ministerio. Era ella sola y tenía que atender las urgencias de la comunidad de día y de noche. se radicó en
Se convierte a Cristo tras ser invitada a una conferencia ofrecida por el evangelista boricua Rafael Ortega, Ese evento hizo que se convirtiera al cristianismo y se hizo seguidora del Pentecostes.
Hilda era hija de Amado Galván e Hilaria Susaña. Se unió en matrimonio con Cándido Abreu Alcántara, radicándose en Barahona y con quien procreó a sus hijos Cándida, Manuel, Josefina y Oscar.
Estableció la primera farmacia en el municipio de Sabana Buey, que la asumió como un ministerio. Era ella sola y tenía que atender las urgencias de la comunidad de día y de noche.
Su relación con los privados de libertad se produjo inicialmente por el apoyo que ofreció a su hermano William Galván, quien asistía a La Victoria para recabar datos para su tesis de psicólogo.
Para entonces, Hilda comenzó a colaborar enviando analgésicos y medicinas a los presos políticos, regularmente sometidos a golpizas y torturas. Ese contacto le hizo interesarse más por los reclusos.
Su hermano Héctor Galván, actual embajador en Sudáfrica) la invito a Corea del Sur para evangelizar. Sus tres hijas son pastoras.
Era una mujer imbuida en la fe en el Señor, al punto de creía más en la providencia que en la ciencia. Siempre decía: “Dichosos quienes han escogido poner su vía a servicio de os demás dándose por completo para hacer más bella esta tierra. Son los que están cambiando este mundo.”