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La repatriaciones de haitianos y la doble moral de nuestra sociedad
Las deportaciones aceleradas de haitianos han puesto de relieve una realidad incómoda: la doble moral de nuestra sociedad dominicana.
Atruenan las voces pidiendo una aplicación estricta de la ley migratoria para regular el flujo de extranjeros, y aducen la seguridad nacional y la protección de los empleos locales. «Ya el lamento de los empleadores, privados del músculo de los indocumentados, ha llegado al cielo», destaca Aníbal de Castro en «Antes de Comenzar» de Diario Libre.
Sin embargo, la economía dominicana se ha acostumbrado a depender de la mano de obra barata haitiana, especialmente en la construcción, la agricultura y el servicio doméstico.
Por favor, no olvidemos el sector de vigilancia informal donde la seguridad en edificios depende de extranjeros.
A una semana, después de que se inicio el operativo de repatriación de migrantes, desde el sector bananero se aseguró que la situación está generando mucha incertidumbre, no solo en los productores, sino también en los compradores por falta de cumplimiento. Ocurre lo mismo en el segmento del arroz, cuyos representantes afirmaron que notan la presión del proyecto de la Dirección General de Migración en las zonas de Montecristi y Mao.
Este dilema -comenta Aníbal de Castro- plantea una pregunta fundamental: ¿Cómo encontrar un equilibrio entre la necesidad económica y el respeto a la legalidad? La respuesta no puede ser simplemente más deportaciones. La ley debe ser aplicada, pero con justicia y prudencia. (Lea sus recomendaciones).
«La situación actual, compleja, exige reflexionar sobre el tipo de sociedad a que aspiramos», destaca.
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