{"id":15266,"date":"2012-10-13T15:41:00","date_gmt":"2012-10-13T19:41:00","guid":{"rendered":"http:\/\/idominicanas.com\/\/plegaria-por-maestra-rural-de-azua-que\/"},"modified":"2012-10-13T15:41:00","modified_gmt":"2012-10-13T19:41:00","slug":"plegaria-por-maestra-rural-de-azua-que","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.idominicanas.com\/plegaria-por-maestra-rural-de-azua-que\/","title":{"rendered":"Plegaria por maestra rural de Azua que duerme en el suelo"},"content":{"rendered":"

El periodista Vianco Mart\u00ednez ha enviado \u201cuna plegaria por una maestra rural\u201d, donde expone en carne viva la penosa situaci\u00f3n por la que atraviesa una educadora en \u201cLos Auqueyes\u201d \u2013un campito de Azua- que con tres meses de embarazo tiene que dormir en el suelo.<\/p>

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Lea esta \u201cplegaria\u201d, comenta y contribuya reenviando esta historia que desnuda la cruel realidad del sistema educativo dominicano, donde pol\u00edticos, bur\u00f3cratas e infraestructura est\u00e1n en las c\u00faspides de la pir\u00e1mide; mientras educando y educador lo soportan como base… (Click aqu\u00ed<\/a>)
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Plegaria de la maestra rural<\/u><\/p>\n

Por: Vianco Martinez<\/a>
\nviancomartinez@gmail.com<\/p>\n

Tiene tres meses de embarazo y m\u00e1s de setecientas penas colgadas del alma, una por cada noche durmiendo en el suelo de la escuela rural donde fue trasladada por el Ministerio de Educaci\u00f3n hace dos a\u00f1os.<\/p>\n

Quiz\u00e1s sea una peque\u00f1a falla t\u00e9cnica del sistema o quiz\u00e1s un olvido del tama\u00f1o del mundo, pero en la comunidad Los Auqueyes, de Azua, en una hondonada formada en el punto m\u00e1s bajo de una cadena de monta\u00f1as, funciona una escuela multigrado.<\/p>\n

Y en ella hay una maestra rural que lleva dos a\u00f1os durmiendo en el suelo.
\nEs licenciada en Educaci\u00f3n B\u00e1sica y tiene tres meses de embarazo. La maestra tiene m\u00e1s de setecientas penas colgadas del alma, una por cada noche durmiendo en un rinconcito de dos metros de ancho por cuatro de largo habilitado para el almac\u00e9n del desayuno escolar.<\/p>\n

All\u00ed cada d\u00eda libra una lucha para mantener a raya los ratones, defenderse de la ferocidad del fr\u00edo que baja de los montes y buscarle la vuelta a las inclemencias de la noche.<\/p>\n

La maestra duerme en el suelo porque la escuela donde trabaja fue construida sin dormitorio para alojar a los maestros rurales que son movilizados por el Ministerio de Educaci\u00f3n desde otros lugares, lejos de sus casas, a impartir docencia.<\/p>\n

Duerme en el suelo porque no tiene cama en la escuela y tampoco gana lo suficiente para comprar una por su cuenta. Y duerme en el suelo porque sus superiores tienen dos a\u00f1os prometi\u00e9ndole resolver su situaci\u00f3n, y sus promesas se quedaron enredadas en el complejo laberinto de la ret\u00f3rica oficial y no ha habido una manera razonable de sacarlas de all\u00ed.<\/p>\n

La maestra rural tiene una desviaci\u00f3n en la zona lumbar de la columna vertebral, agudizada en los dos a\u00f1os que lleva asignada a la escuela de Los Auqueyes, y unas fuertes jaquecas que la preocupaci\u00f3n por las condiciones en que realiza su trabajo ya han vuelto incontrolables.<\/p>\n

Pero la lesi\u00f3n m\u00e1s grande de ese tiempo malpasando en la monta\u00f1a le queda en el alma: la sensaci\u00f3n de desamparo y frustraci\u00f3n por todos los sue\u00f1os rotos que han rodado, literalmente, por el suelo.
\nLa maestra vive en Guayabal, un lugar que colecciona tristezas, y su destino se llama soledad.<\/p>\n

En su tierra las tardes inventaron nuevos colores para terminar, y fueron los helechos los que hicieron los caminos.
\nTiene un hijo de cinco a\u00f1os y una madre que la espera cada viernes. Pero a ninguno le ha dicho que para ganar su sustento y educar a los hijos de la monta\u00f1a tiene que dormir en el piso, morirse de fr\u00edo en un lugar perdido bajo la neblina y pelear su espacio con las ratas.<\/p>\n

No se lo dice porque le da verg\u00fcenza que se enteren y porque le parece poco decente ir a estudiar una licenciatura a la universidad para terminar durmiendo en el piso por unos pesitos, al lado de los ratones.
\nLa maestra rural tiene los ojos claros y en sus pupilas las tardes tienen un lugar. Ella ha convertido en un arte mayor el simple acto de recostarse en la puerta de su escuela a mirar pasar los d\u00edas sobre el paisaje de la cordillera.<\/p>\n

A veces se pone triste pero nadie se da cuenta porque la lluvia guarda su tristeza en el coraz\u00f3n de la monta\u00f1a, al otro lado de las crecidas.<\/p>\n

Los Auqueyes es un paraje semifeudal dormido en la intimidad de la monta\u00f1a. Pertenece a Padre Las Casas y est\u00e1 situado en un punto perdido entre ese municipio y Constanza. Por sus senderos de pino y de guayabas, el viento recoge el aroma de los montes y lo reparte por el mundo, mientras sus habitantes, labriegos desde que nacen hasta que mueren, se inclinan con reverencia ante los surcos y los hacen parir.<\/p>\n

Los caminos fueron hechos por la necesidad; mueren cuando llueve y tiene que salir el sol para que vuelvan a nacer. All\u00ed, el viento del sur tiene su propia partitura, y la m\u00fasica que entona tiene el aire de melancol\u00eda que recoge en los caminos.<\/p>\n

Cuando se vaya a hablar de la geograf\u00eda de la tristeza, hay que mencionar, necesariamente, estos lugares y sus consecuencias.
\nLa escuela tiene ochenta alumnos, que proceden de los parajes Los Auqueyes, El Palero y El Helechal. La mayor\u00eda son ni\u00f1as.<\/p>\n

Fue construida en el 2007 bajo un convenio firmado entre la Secretar\u00eda de Estado de Educaci\u00f3n y la Fundaci\u00f3n Sur Futuro para reemplazar una escuela de ficci\u00f3n que funcionaba en una rancheta que el tiempo y la intemperie se encargaron de superar. Sus constructores hicieron una gran obra pero olvidaron hacer el dormitorio.<\/p>\n

La zona monta\u00f1osa de Padre Las Casas<\/a> tiene dieciocho comunidades pertenecientes a las secciones Las Ca\u00f1itas<\/a> y Gajo de Monte, y once escuelas. Y s\u00f3lo una de ellas fue construida con dormitorio para profesores.
\nEl Ministerio de Educaci\u00f3n tiene en la zona un peque\u00f1o ej\u00e9rcito de veinticinco educadores, doce mujeres y trece hombres.<\/p>\n

Mientras sus jefes viven como pr\u00edncipes en las ciudades, ellos son tirados en la zona a la buena de Dios a pasar trabajo, sin recibir ninguna condici\u00f3n para realizar su labor con dignidad.
\nSi las autoridades quieren prolongar el oficio de mirar para otro lado y seguir jugando a la indiferencia, mientras la situaci\u00f3n de sus maestros se deteriora, est\u00e1 bien.<\/p>\n

Pero est\u00e1 claro que la falta de dormitorios en las escuelas rurales, sumado a la falta de incentivos por distancia, a los bajos salarios, a la situaci\u00f3n de los maestros que trabajan dos tandas y cobran solo por una, y de los directores de centros que nunca han recibido un peso por esa condici\u00f3n, le est\u00e1 restando dignidad al oficio de ense\u00f1ar.
\nLos maestros rurales andan loma arriba y loma abajo con sus botas bendecidas por el lodo.<\/p>\n

Hacen nidos en el \u00e1rbol del futuro, y a veces, hasta el r\u00edo los ayuda cediendo sus crecidas. En el lugar donde luchan los maestros nace siempre un manantial.
\nLos maestros rurales tienen que pagar un alto precio por la falta de condiciones.<\/p>\n

Un d\u00eda, cinco maestras de una escuela \u2013una de ellas embarazada- fueron echadas, de noche y bajo un torrencial aguacero, del lugar donde les hac\u00edan el favor de dejarlas dormir. Y el espect\u00e1culo de aquellas cinco estrellas ca\u00eddas, bajando la monta\u00f1a como una procesi\u00f3n de sombras, desafiando la prepotencia de los r\u00edos, amarradas a sus mochilas y dando l\u00e1stima ante la oscuridad de los caminos, puso a llorar hasta a los pinos.<\/p>\n

Ahora mismo si alguien quiere verle el rostro a la tristeza, que vaya a la secci\u00f3n Gajo de Monte, al otro lado del R\u00edo en Medio, donde cinco maestras -una de ellas con tres meses de embarazo- tienen que repartirse por las noches en varios puntos de la comunidad, entre ellos la salita de un rancho y el altar de la peque\u00f1a iglesia del pueblo, para poder dormir los d\u00edas de clase.<\/p>\n

\"Maestra<\/a>
\nEn los
parajes de la cordillera Central<\/a> la tristeza es gratis pero la alegr\u00eda hay que pagarla a un precio muy alto.
\nEn enero de este a\u00f1o fue a la monta\u00f1a la ministra de Educaci\u00f3n Josefina Pimentel, como una peque\u00f1a reparadora de olvidos, y construy\u00f3 una escuela en
El Roblito<\/a>.<\/p>\n

Y ese d\u00eda la cordillera Central<\/a> fue feliz. Pero ha sido tan grande el inventario de olvidos y tan larga la mano de la desatenci\u00f3n, que su acci\u00f3n, que qued\u00f3 sembrada en el camino de la historia, fue casi un susurro en la inmensidad de tanta ausencia.
\nYa la maestra rural se cans\u00f3 de escribir -cartas, oficios, s\u00faplicas, memorandos.<\/p>\n

Las palabras se parecen a ella: tienen motivos pero no tienen esperanzas, y a veces, ni siquiera tienen destinatarios. Ahora, forrada de indiferencias e incomprensiones, la voz desgastada sin reparo sobre la superficie del tiempo, la maestra rural eleva cada noche una plegaria al cielo en busca de soluciones.<\/p>\n

All\u00ed est\u00e1 ella, la maestra rural, esperando. La maestra rural, rodeada de ni\u00f1os descalzos y de miradas tristes; la maestra rural, ataviada de estrellas luminosas y de canciones tristes del sur; la maestra rural, sola, muri\u00e9ndose de fr\u00edo a la vera del camino; la maestra rural, pagando con sus cartillas las cuentas pendientes del futuro y oponiendo su alfabeto al alfabeto del olvido.
\nLa maestra rural lleva en sus manos el futuro y lo escribe en la pizarra.<\/p>\n

Pero cuando llega la noche es la imagen viva del desamparo, la estampa de una mujer sola, tiritando de fr\u00edo en el centro de la nada, y esperando que el mundo entero se vaya a dormir para ir a tirarse en el piso de su escuela. En ese momento, justo en ese momento, la palabra dignidad pierde toda su importancia.<\/p>\n\n

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