{"id":1399,"date":"2016-08-24T17:34:00","date_gmt":"2016-08-24T21:34:00","guid":{"rendered":"http:\/\/idominicanas.com\/\/fundo-viejo-dando-lastima-por-una-escuela\/"},"modified":"2017-02-13T02:53:03","modified_gmt":"2017-02-13T06:53:03","slug":"fundo-viejo-dando-lastima-por-una-escuela","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.idominicanas.com\/fundo-viejo-dando-lastima-por-una-escuela\/","title":{"rendered":"Fundo Viejo 38 a\u00f1os dando l\u00e1stima por una escuela"},"content":{"rendered":"
La educaci\u00f3n nunca ha sido un proyecto de las autoridades en la franja sur de la Cordillera Central<\/b>, sino una obra de caridad de la iglesia Cat\u00f3lica.<\/p> Las primeras escuelas se instalaron en la secci\u00f3n Las Ca\u00f1itas y en los parajes Gajo de Monte, El Roblito, El Gramazo, Los Rodr\u00edguez, Los Auqueyes y el mismo Fundo Viejo.<\/p>\n Esta escuela de Fundo Viejo est\u00e1 situada en la zona monta\u00f1osa de Padre Las Casas, en la ribera alta de uno de los pasos m\u00e1s hermosos del r\u00edo \u00abDel Medio\u00bb, que nace en Valle Nuevo y termina en el Yaque del Sur. Llega hasta cuarto grado y tiene treinta y dos alumnos que vienen de El C\u00f3rbano, Loma Liranzo, Lambedero y del mismo Fundo Viejo. Los de Lambedero tardan dos horas para llegar. \nEn la ma\u00f1ana el profesor Salvador Rosario M\u00e9ndez imparte clases a veintisiete alumnos y en la tarde a cinco. Como no hay espacio, en la primera tanda tiene que juntar varios grados. Y hay que verlo haciendo malabares para acomodar simult\u00e1neamente a sus muchachos en un espacio tan peque\u00f1o, tan oscuro y con tan pocas condiciones para la actividad docente. A eso las autoridades de Educaci\u00f3n le llaman escuela multigrado<\/b>.<\/p>\n \nHay una pizarra dividida en varias partes para acomodar las clases de todos los cursos que reciben docencia simult\u00e1neamente.<\/p>\n Cuando llega la hora del desayuno el almuerzo, los alumnos salen a la parte frontal de la escuela y se sientan en un muro que sirve de acera. Y ah\u00ed, sentados en el suelo, como unos huerfanitos, como unos desamparados, se ponen a ingerir los alimentos.<\/p>\n \u201cEs que no tienen otro espacio donde hacerlo\u201d, dice el maestro con una resignaci\u00f3n m\u00e1s grande que el cielo que se refleja en el espejo de sus ojos. \u201cA veces, ah\u00ed en el suelo, los perros se les acercan y tienen que pelear su plato con ellos\u201d.<\/p>\n Cuando llueve, el maestro tiene que cerrar las ventanas porque el agua cae adentro, pero como no hay energ\u00eda el\u00e9ctrica, se pone oscuro, no se puede ver ni la pizarra, y a veces, por esa misma oscuridad, hay que suspender la docencia.<\/p>\n \nAndan con las manos llenas de azucenas y de flores sabaneras pero tienen la mirada rota, y quieren saber d\u00f3nde es que se van a encontrar con el futuro. Si es a trav\u00e9s de una escuela, la de ellos est\u00e1 rota, inservible, no tiene luz, no tiene agua, no tiene espacio, tiene como ba\u00f1o una letrina que es un foco de infecci\u00f3n, las sillas est\u00e1n da\u00f1adas, y funciona gracias a la caridad de una congregaci\u00f3n religiosa. El maestro que tienen ni siquiera sabe d\u00f3nde va a dormir cuando llega la noche.<\/p>\n Cuando las aguas de corrent\u00eda (o escorrent\u00eda), que fluye por los senderos tras la ca\u00edda de la lluvia, rompen las imperfectas l\u00edneas de estos caminos que nacieron estropeados, Fundo Viejo queda completamente indefenso e incomunicado, y los estudiantes de Lambedero y Loma Liranzo no pueden bajar a la escuela.<\/p>\n \nSobre el polvo de la nada<\/u><\/p>\n La escuela de Fundo Viejo opera bajo el c\u00f3digo 00566 y fue establecida sobre el polvo de la nada a inicios de la d\u00e9cada de 1980. Lleva el nombre de Amelia Delgado Pinales, una mujer del lugar que luch\u00f3 por el plantel hasta el \u00faltimo d\u00eda de su vida.<\/p>\n El centro llega hasta cuarto grado de b\u00e1sica. Cuando terminan, los ni\u00f1os tienen que ir a El Gramazo, un paraje m\u00e1s adelante, a una escuela que llega hasta s\u00e9ptimo y que est\u00e1 en peores condiciones.<\/p>\n Viajar cada d\u00eda hasta El Gramazo \u00abes un viacrucis\u00bb destaca el periodista Vianco Mart\u00ednez que describre se tiene que \u00abcaminar entre barrancos, precipicios y desfiladeros, lidiar con caminos destruidos y aguaceros, enfrentar los peligros, sobresaltos y soledades de los senderos, atravesar un puente colgante de tablas y palos que parece pegado con saliva, cruzar dos pasos del r\u00edo Del Medio y uno del Yaquecillo y orar para que no los agarre una crecida que los obligue a quedarse al otro lado de las aguas.<\/p>\n \nAnte tanta vicisitud, la historia termina siempre de la misma manera: la mayor\u00eda de los alumnos interrumpen su educaci\u00f3n, y as\u00ed quedan sus ilusiones suspendidas, como una bandera rota, en el aire de la cordillera: los muchachos a sembrar la tierra de por vida y las ni\u00f1as, a amancebarse y embarazarse antes de los quince a\u00f1os de edad. Aqu\u00ed es perfecto el c\u00edrculo de la pobreza.<\/p>\n Otra dificultad: el camino que conduce al centro escolar est\u00e1 lleno de derrubios, que es como llaman los ge\u00f3grafos a los derrumbes que se producen en los declives de la tierra.<\/p>\n Fundo Viejo es un paraje del distrito municipal Las Lagunas, Padre Las Casas, donde las horas pelean para no pasar. Est\u00e1 ubicado en una terraza natural \u2014regalo de la geolog\u00eda\u2014 donde todos los vientos se dan cita y levantan silenciosos y ef\u00edmeros monumentos de arena.<\/p>\n La \u00faltima vez que contaron a su gente hab\u00eda 95 personas, correspondientes a 29 familias y repartidas en 28 casas habitadas en las dos riberas del r\u00edo Del Medio.<\/p>\n Un hombre llamado Melchor, fiestero, amable y sembrador de ilusiones, vino hace tiempo a este lugar con las manos vac\u00edas y las llen\u00f3 de surcos. Levant\u00f3 los primeros cultivos e instaur\u00f3 un fundo que con el tiempo se pobl\u00f3 de ranchos, de sue\u00f1os y de historias. Y este hermoso reino del silencio, que desde sus albores lleva en el viento el aroma de las habichuelas, es lo que hoy se llama Fundo Viejo.<\/p>\n En Fundo Viejo los p\u00e1jaros, clarineros del alba, no han perdido la costumbre de cantar, y cada d\u00eda dan la bienvenida a la alborada y ponen m\u00fasica al comienzo de los d\u00edas.<\/p>\n El r\u00edo que pasa por su puerta parece una mujer tendida al sol, con los brazos abiertos, h\u00fameda, cantarina, con los inviernos pes\u00e1ndole en el cuerpo y las brisas de marzo pein\u00e1ndole las aguas.<\/p>\n Bien es un hombre callado como un pino de la sierra y tiene la edad de sus silencios. Con sus manos siembra habichuelas y con su lucha siembra esperanzas. Ha peleado mucho por la construcci\u00f3n de una escuela y siempre ha obtenido el mismo resultado: ninguno. Cartas van y cartas vienen, y sus palabras se pierden en la sinuosidad de los caminos. Aun as\u00ed no ha perdido la costumbre de so\u00f1ar y sus esperanzas andan siempre en busca de un lugar.<\/p>\n Se pone ceremonioso y se quita la gorra y, con los ojos llenos de alborada, Bien mira por encima de sus montes, que hoy amanecieron sonrosados de arcoiris. Es que va a hablar de su escuela.<\/p>\n \u201cTengo la esperanza de que en Fundo Viejo nos hagan una escuela de verdad, con paredes de verdad, con techo de verdad, con pupitres de verdad, una escuela decente donde no se meta el agua cuando llueva ni haya que suspender las clases de cualquier qu\u00edtame esta paja\u201d. Cuando dice eso est\u00e1 pensando en las personas a las que ha acudido una y mil veces al otro lado de los r\u00edos en busca de atenci\u00f3n sin conseguir siquiera que volteen la mirada hacia este centro. Es decir, en las autoridades.<\/p>\n Seg\u00fan \u00e9l, gobiernos van y gobiernos vienen, y ninguno se ha tomado la molestia de ver las condiciones de miseria en que funciona este centro. \u201cLo conocen y no hacen nada\u201d, se queja Bien. \u201cAdem\u00e1s de los r\u00edos, estaba la distancia, que no era poca cosa, y para llegar, los muchachos ten\u00edan que caminar mucho, much\u00edsimo\u201d, rememora Bien.<\/p>\n
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\nUn maestro tiene que viajar de Guayabal -un municipio pobre de la pobre Azua- penando entre aguaceros y caminos olvidados, a la espera de que las autoridades se acuerden que, en el coraz\u00f3n de la monta\u00f1a por la Cordillera Central, en un lugar donde las nubes deciden el destino de la gente, hay una escuela dando l\u00e1stima, un centro sin mayor gloria que la voluntad de sus integrantes, y al que no han llegado las bondades del 4 por ciento del PIB, ni las entusiastas promesas de modernidad del Ministerio de Educaci\u00f3n.<\/p>\n
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\nEl hacedor de esperanzas<\/u><\/b>
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\nCuando uno se para frente a la escuela Amelia Delgado Pinales y se pone a mirar hacia el noroeste, por encima de la m\u00fasica del r\u00edo, hacia un conf\u00edn perdido detr\u00e1s del silencio y cerquita de un viejo roble que tiene aspecto de gran se\u00f1or, la mirada se encuentra con una ladera silenciosa que cambia de vestido seg\u00fan cambian las estaciones. All\u00ed vive Danilo Ferreras, a quien todos conocen con el curioso y simp\u00e1tico apodo de Bien.<\/p>\n
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\nEn sus labios, la esperanza tiembla de impotencia: \u201cCada vez que llevamos un papel a las oficinas del Gobierno, las autoridades lo ponen boca abajo y no le hacen caso\u201d. Y a\u00f1ade: \u201cLo que queremos es que no nos sigan tratando como si no fu\u00e9ramos nadie\u201d.<\/p>\n
\nLa escuela de Fundo Viejo ha tenido poca suerte, seg\u00fan \u00e9l. Primero se levant\u00f3 en un pedazo de tierra prestada al otro lado del r\u00edo Yaquecillo, la frontera fluvial de las provincias de Azua y La Vega. Cuando hab\u00eda crecida, los muchachos no pod\u00edan llegar, y si llegaban se ten\u00edan que quedar al otro lado de las aguas.<\/p>\n