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El «grafitero» dominicano que se convirtió en doctor

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El «grafitero» dominicano que se convirtió en doctor

La historia de este dominicano que antes de ser médico, fue un grafitero newyorquino muy famoso, la conocimos en el portal Ramón Aníbal TV.

Criado en una zona urbana de Santo Domingo -rodeado de muchos niños- no se daba cuenta de la pobreza en que la mayoría estaban. Cuando su madre llegó a Estados Unidos, se había divorciado de su padre quien los abandonó cuando tenía alrededor de dos años. «No volvió a verle hasta que cumplió 14 años», dijo el doctor Juan Tapia Mendoza, protagonista de esta historia de superación.

Los peligros de la calle, los conoció desde muy temprano. En la década de los 60´s la ciudad de New York era muy violenta, «en ese tiempo habían muchos “gangueros” (pandilleros) y quien vivía en un barrio de inmigrantes, sino pertenecía a una “ganga”, prácticamente no podía salir de su casa» recuerda Tapia quien  empezó a faltar a la escuela desde el Sexto curso, ya que su madre salía a las 5:00 A.M., y regresaba a las 11:00 P.M., todos los días; «dejando libre» el apartamento donde vivían.

En ese tiempo se enroló con “Los Nómadas Salvajes” una de las pandillas del Alto Manhattan, donde ingresó para sentirse importante y se convirtió en «grafitero». Juan era el único que podía ir a otro territorio cuando había un conflicto para planificar peleas con palos o cuchillos.

Llegó un momento que en el cualquier barrio que iba, los demás jóvenes cuando sabían que era aquel que firmaba sus «graffitis» como “C.A.T 87”, le pedían autógrafos. Afirma que dedicarse a este arte callejero «evitó que entrara al mundo de las drogas, delitos y crímenes fuertes», ya que «siempre tuvo en mente que si después de los 18 años tenía algún record criminal, eso iba a destruir su sueño de ser doctor«.

Para 1972, New York estaba invadida de grafitis, y los medios se preguntaban ¿Quién estaba haciendo pintando los trenes con esos nombres? Muchos pensaban que era parte del arte de la ciudad. Y entonces la teoría de un estudiante de sociología en City College de New York, destacó que los niños que hacían graffitis “en vez de ser bandoleros eran niños altamente motivados de clase obrera que deseaban superarse».

Esto fue impulso para Tapia, que decidió volver a estudiar, al terminar fue aceptado en una universidad en Baltimore y en su primera entrevista cuando dijo quería ser doctor, quien lo entrevisto se puso a reír y motivo a que estudiara otra cosa.

Tras algunas pausas en sus estudios, regresó a su país donde comenzó a estudiar Medicina, pero tuvo que volver a New York -ahora recién casado y su madre en malas condiciones- y en vez de estudiar tuvo manejar taxi por dos años. Su madre refinanció la casa donde vivían para que continuara sus estudios en la Universidad Autónoma de México y el Hospital Infantil de México en 1987.

Al terminar la especialidad, quería entrar a la academia militar, pero los doctores Víctor Peralta y Emilio Villegas se convirtieron en sus mentores y le dieron un “part time” en su consultorio privado. Allí descubrió que lo mejor que podía hacer era trabajar en la prevención y la educación directamente con su gente, y servir como ejemplo a muchas generaciones.

En aquellos años, la mayoría de los doctores eran anglosajones y cuando los niños veían un doctor hispano las madres no lo creían. Su madre hipotecó nueva vez la casa en 1992 y alquilaron un local para instalar una clínica en la Calle 150.

Tras varios años en práctica privada, regresó a su vida Hugo Martínez, un amigo que siempre estuvo involucrado con la juventud con todos los sueños del mundo y les preocupaba como a los 17 años terminaban en drogas, bandolero y presos, por lo que decidieron mezclar la medicina y el arte.

Planificaron mudarse a la Calle 135 para trabajar en un viejo teatro –patrimonio de la ciudad- que fue convertido en una la galería de arte y en la clínica con “Pediatrics 2000” donde además de llevar salud, se propusieron que artistas callejeros trataran de recanalicen sus energías y de dediquen a otros asuntos.

Pediatrics 2000 es un consultorio pediátrico y una galería al mismo tiempo, al dedicar espacios en sus paredes al arte de Graffiti.

El doctor Tapia es parte de «Somos Community Care«, una red dedicada a reunir y afiliar médicos para prestar servicios a las zonas más necesitadas de New York entre estas: Bronx South, Jackson Heights, Brooklyn, parte de Long Island y Manhattan.

Doctores de China, India, Suramérica, norteamericanos y de otras nacionalidades, unidos para prestar sus servicios en las áreas más vulnerables y que sufren más enfermedades crónicas que otras comunidades.

“Mi mayor satisfacción es ver pacientes que atendimos recién nacidos que hoy son empresarios, maestros, doctores, abogados, y la satisfacción de sus padres”, expresa el doctor Tapia quien afirmó «cómo pediatra su sueño se realiza cada día».

“Todos en la vida necesitamos un héroe y el mío ha sido mi mamá”, dice con orgullo en un documental.

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