Lo + Dominicano
El potencial del dulce criollo para el turismo
El postre es la apertura al universo de sabores edulcorados que disfruta el paladar y satisface el alma. Se ha dicho muchas veces, que comer sin disfrutar el postre, no es comer.
Nuestro país debería integrar plenamente el dulce criollo como un activo fundamental de su oferta turística, que le diferencie y sea parte de una experiencia gastronómica de esas que marcan el gusto y la percepción de sus visitantes.
Y es que esa pequeña carga de sabores calóricos, frutales, o edulcorados servidos como postre, llegan como parte de una tradición dulcera que tiene expresión en cada país, en cada región, en cada continente; que al ser disfrutados, dejan una huella en nativos y visitantes. De ahí, su fuerza como atractivo de los destinos del turismo.
Hay postres que son marcas nacionales nivel nacional, como las habichuelas con dulce, que tienen diversas expresiones locales (como las habas y las que se sirven sin colar).
Y hay lugares que también son marcas nacionales en cuanto a ofrecer postres:
-En Baní, tenemos «Las Tres Marías», con una amplia gama de productos y Dulces El Húngaro, que son empacados al vacío, también «bajos en azúcar».
-En el Cibao: la Dulcería Rodríguez, con tiendas en la Autopista Duarte, expresión de una larga tradición dulcera de calidad; La Zona Arepera camino Jarabacoa, todo un símbolo de ese pueblo. En Puerto Plata: los dulces de leche de Dona Agustinita de Lantigua, por igual tenemos muchos otras opciones en otros pueblos.
-En el Este: encontramos en Higuey «El Concón de leche» de La otra Banda; Los dulces leche de Dona Tula y el Mabí Seibano, en el Seibo; la lista que podría ser muy larga.
Con la intención que los dulces dominicanos abandonen sus refugios en colmados y pequeñas vitrinas hogareñas, para llevarlo con la mejor presentación tanto a la mesa del huésped hogareño u hotelero, o como regalo exquisito a quienes se visitan en el extranjero se creó «Dulces mi Vieja«, un proyecto fundado por Altagracia Josefina Mieses de Calderón -en mayo de 1988- para elevar el «status» del dulce criollo.
Hacia falta un manejo del dulce a un nuevo nivel, que vincule creativamente el postre a la industria del turismo y Nieves de Mieses sostiene que “somos un gran destino que tiene en el dulce criollo uno de los mayores patrimonios gastronómicos para compartir con el mundo”.
La dulcera explica que las frutas criollas permiten una creatividad infinita para hacer dulces locales con vocación para el gusto de visitante extranjeros y de los residentes.
Indica que Dulces mi Vieja se planteó elevar tanto la preparación como la presentación del dulce criollo, de modo que se pudiera poner en cualquier mesa por elevada que sea la categoría, para estar a tono con los gustos más exigentes y el más alto status de sus comensales y producirlos con el mínimo de azúcar, para estar a tono con las exigencias dietéticas de salud de este tiempo.
“El dulce dominicano tiene un cuerpo y gama de sabores, sobre todo los originados en nuestras frutas, que le permite ser en si mismo una experiencia al gusto del nativo y el extranjero” afirma la dulcera.
Como proyecto, fue el invitado de 2018 por el Ministerio de Turismo, para exponer la oferta dulcera en la Feria Internacional de Turismo (ITB) de Berlín, donde el público alemán y los profesionales que visitaron el pabellón dominicano quedaron encantados con el sabor de sus productos.
La gestora del dulce dominicano dice que hay dos tareas imprescindibles planteadas respecto del dulce:
1- El Registro Nacional del Dulce que establezca por regiones provincias, ¿cuáles son los más característicos?
2- Escribir la Historia del Dulce Dominicano con las recetas de los mas importantes como aporte educativo.
Del vocablo latino “poster” o “posteri”, que quiere decir “lo que viene después”, por el hecho de accede a este luego de la comida, es que procede la palabra postre.
La sensación que produce el postre, tras la experiencia de una buena comida, no es fácilmente descriptible, aun cuando su definición es simple: «platillo o bocado, generalmente dulce o agridulce que se ofrece al final de una comida», es el concepto en que coinciden casi todos los diccionarios de consulta generalizada.
El origen de estos alimentos azucarados se remonta a tiempos inmemorables. Uno de los postres más solicitados y con historia es el chocolate, de origen americano consumido desde los tiempos de los indígenas aztecas y que sorprendió a loa españoles por su sabor y quienes le llamaron «Chocolat».
Poca es la gente que sabe que el helado se origina en el Siglo 14 cuando residentes en las zonas montañosas de Europa, recogían nieve e invierno y la endulzaban con miel.