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Monte Grande vive con su pobreza entre el color de la tierra seca
Monte Grande tiene el color de la tierra seca. Sus casas son trozos de madera techados con yagua o cana. Casi 200 años de existencia no han sido suficientes para que en esta pobre y rural comunidad del Suroeste las autoridades construyan calles de asfalto.
Ni siquiera el caliche se ha dejado ver por estas latitudes.
No ven tanto la televisión porque “casi nunca hay luz”. No tienen acceso a internet, ni a bibliotecas, ni a parques, ni a espacios culturales, ni a fuentes de empleo, ni a conferencias magistrales, ni a premios de la juventud, ni a programas gubernamentales de capacitación.
En la construcción de la presa, arropada por un escándalo de sobrevaluación, descansa el futuro de una comunidad que sobrevive en las profundidades del Sur. [Por Jonathan Liriano]